Como nunca, este año, siento una emoción tan profunda volviendo atrás con la memoria, será porqué los años pasan y una se vuelve más melancólica, será porqué justo hoy han pasado 40 años desde que zarpé de esa Buenos Aires, que se volvía siempre más pequeña y lejana, donde no era más posible distinguir los rostros tristes, mojados por las lágrimas, de familiares y amigos mientras nos alejábamos del Río de la Plata.....será porqué este sentir se ha vuelto siempre más palpitante......
Algunos años atrás a Mafalda, pueblo del Molise hermanado con Mar del Plata, he tenido la suerte de asistir a un espectáculo, organizado por la asociación "Mafaldese y Molisana" de Mar del Plata que, a través del ballet "Terra Nostra" y su Nostalgia - una historia para no olvidar-, han narrado, entre los bailes y las músicas tradicionales de nuestros dos países aquel acontecimiento, que ha marcado tantas generaciones, llamada emigración .
Fue justo esa noche, entre luces y melodías, que he comprendido definitivamente que no estaba solo reviviendo el pasado de mis abuelos, de mi padre, de mi tío, de mis padrinos.....sino que estaba contemplando mi misma historia...... porqué fue en esa noche donde descubrí que, sin haber nunca tomado conciencia, yo también soy una "emigrante".....que lleva eternamente dentro ella misma esas lejanas raíces que se trenzan entre si, donde no se logra definir cual es la parte natal y cual la parte adquirida; porqué, cual es la parte natal?
Para nuestros familiares ha sido tan doloroso y al mismo tiempo tan sencillo: ellos partieron desde el país donde nacieron para llegar a nuevas tierras, llevando con ellos el idioma, las costumbres, las tradiciones, sabiendo muy bien quienes eran y de donde venían......mientras para nosotros, los hijos de emigrantes que han debido emigrar, no nos es claro cuales son nuestras culturas, nuestras tradiciones, nuestras...????
Mis abuelos eran de Salerno, mientras mi padre y mi tío de Giulianova, mis padrinos de Agnone, hablas y costumbres muy diferentes entre ellos..... pero para mi, desde chica, el napoletano y el dialecto giuliese fueron siempre tan claros como el castellano, eran mi idioma...los tres fundido en uno; como eran mías las costumbres de vida, de sentimientos y alimentares..... crecí acunada por tarantelas que vibraban en el mandolín de mi abuelo; nutrida de historias vividas en el mar Adriatico, o entre los Appenninos o cerca del Vesuvio, entre pizzas, tallarines y provoletas a la parrilla......donde de vez en cuando aparecían las empanadas, y el mate era costumbre solo de mi madre y de mis tías, que habían nacido en esta tierra nueva.......
Llegando en el viejo continente no he tenido dificultad a entender o a adaptarme a ciertas costumbres.....es que aquí me vino a faltar completamente la otra mitad que compone mi sangre y me encontré a buscarla con tanto anhelo en cada rincón ......y después de tanta búsqueda pero.....
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Joaquín Sabina
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