22 agosto 2018

visitando el museo etnográfico valais de rimella


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Un viaje para ser considerado tal debe adentrarse en lo que es la realidad de vida, pasada y presente, del lugar que se visita ... de lo contrario, a mi modo de ver, hemos conocido la nada.
En medio de las montañas de la Alta Valsesia hay un mundo encantado por descubrir, que encierra en sí un mixto de dulce belleza paisajista entrelazada con una ardua y laboriosa supervivencia.



Hostilidad y dureza que no hubiera interpretado totalmente si no hubiéramos tenido como nuestra guía a Paola Borla, responsable de la ventanilla lingüística Valais de Rimella (Remmalju en lengua Tittschu), a relatarnos, con tanto amor y pasión por su tierra, la historia de este ángulo de montaña.
Historia entrañada y representada en el museo etnográfico Valais G.B. Filippa, que él mismo definía "Gabinete de curiosidades y cosas raras", que no es otra cosa que una casa valais habitada hasta hace unos 40 años atrás, por consiguiente abarrotado de sus eventos.
Observando a primera vista las distintas herramientas, los instrumentos de trabajo o los utensilios varios de vida cotidiana que se hayan en el museo, uno se reencuentra en una miríada de historias de vida italiana de los siglos pasados; historias de vida que en tantos lugares ha sido una realidad hasta hace pocos años atrás.
Sensación que dura solo pocos segundos, porqué el museo-casa-biblioteca-archivo etnolingüístico extiende delante de nosotros una realidad de ingenio y de adaptación a ese poco que el ambiente montano ofrece... 


Una montaña impervia que nada ha podido contro la fuerza, la creatividad y la técnica de los rimelleses, que se han mantenido gracias a los duros trabajos agro-silvo-pastoril; al labrado de la madera, creando más allá de grandes y pequeño objetos de vida cotidiana (decorados con arte) grandes ebanistas; a la extracción del gneiss (lastre de piedras) que han trabajado sabiamente para crear el basamento y el techo de sus casas, convirtiéndose en excelentes constructores.
No nos olvidemos nunca que cada transporto, liviano o pesante que fuese, era hecho a espalda en los senderos montanos, muy a menudo eran las mujeres ancianas que se ofrecían por un miserable compensación... Habrá que esperar la fin del ochocientos para ver difundirse el transporto a cuerda para enviar en sentido descendiente cargo de madera y de heno y solo alrededor del 1950 para que aparezca el teleférico, con un transporte descendiente y finalmente también ascendente ... transporte usado aún hoy.


También en estos valles se hizo necesario la emigración, sea esa estacional (durante el invierno) que aquella definitiva, hacia el norte de europa.
En ausencia de los hombres, todos los trabajos quedaban a cargo de las mujeres las cuales, a demás de tener que proveer a toda necesidad de la vida doméstica, cuidando a los niños y a los ancianos, debían cuidar el ganado nutriéndolo, limpiando el estable, quitando el estiércol y por último llevándolo con el trineo. Además se ocupaban de los trabajos en los campos durante el verano; de ellas era también la tarea de recoger en los bosques cada hilo de hierba encontrada y llevarlas en casa sobre las espaldas en el cuévano; a veces se atrevían en lugares tan dificultosos perdiendo sus vidas.


Esta es la historia "del museo del hombre y de su montaña". Agradezco infinitamente Paola que, con su voz a veces temblorosa de un eco que llega desde un lejano vivido, remarca que en la etimología de la palabra "hombre" está adjunta non solo la palabra mujer sino también su dura existencia ...

Habría aún tanto por contar; les dejo a ustedes algunas curiosidades por descubrir.
Concluyo elogiando el respeto, la colaboración y la hospitalidad de este pueblo.
Si después quieren ver unos pequeños flash fotográficos hechos en las fracciones Sella y Chiesa de Rimella, en provincia de Vercelli en la región Piemonte, a unos 1180 m.s.l.m., será suficiente hacer un click aquí, y ...

BUON VIAJE A TUTTI!!!

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