En los últimos años, las tradiciones, los hábitos familiares y/o populares, las creencias y la propia forma de vida ha cambiado drásticamente.
Y para nosotros, que ahora somos parte del "siglo pasado", es difícil seguir el ritmo. Al contrario, tratamos de dar vida y de transmitir lo más posible lo que HABÍA UNA VEZ...Entre los relatos que me hizo mi cuñada Elena, no podían faltar sus recuerdos de infancia sobre las tradiciones de Semana Santa. Estamos allá por 1948 y el Jueves Santo, al mediodía, se enmudecían las campanas en la iglesia, para luego volver a tocar en el almuerzo del Sábado Santo (deben pasar muchos años antes de que vuelvan a tocar en la noche de vela del Sábado al Domingo de Pascua). Día en que todo el pueblo y alrededores acudía a Misa trayendo consigo cestas, adornadas para la ocasión, en las cuales habían huevos duros para ser bendecidos para luego ser comidos en el desayunado del Domingo de Resurrección. Sin olvidarnos que a partir del Jueves Santo no solo se seguía cierto ayuno, sino que tampoco se podían comer huevos ni quesos.
Con el paso de los años, nosotros jóvenes, sin bendecirlos más, empezamos a decorarlos: en una época estaban "de moda" los huevos en forma de champiñón. Más tarde los hemos coloreados, sea con productos alimenticios o con diseños reales y verdaderos.
Hasta llegar a sustituir los clásicos huevos rellenos de atún , con los huevos rellenos para vegetarianos, a este punto personalmente he comenzado con quedarme atrás.
Este año los clásicos huevos duros me han venido encuentro, decorándolos alegremente, para poder reglar a cada comensal una flor acompañada de un pollito con el deseo de un renacimiento, dados los momentos que estamos viviendo.
Para hacer la flor corté el huevo hervido en 8 gajos, 6 los dispuse radialmente sobre una fuente de servir en la que previamente había colocado una ramita de perejil con dos ramitas laterales (estas con las hojas), para que sirviera de tallo a la flor. Desmenuzé los otros dos gajos del huevo y los esparcí tanto en el centro como alrededor de lo que se ha convertido en la flor.
Sobre la base del plato dispuse unas hojitas de perejil rizado y por último decoré con pequeñas flores campestres.
Mientras que para el pollito hice un corte en zig-zag en el centro del huevo, con cuidado de no hundir el cuchillo, afectando solo la parte blanca. Una vez quitada la tapa superior, puse el huevo en una huevera forrada con perejil y decoré la yema con dos granos de pimienta para hacer los ojos y un triángulo de pimiento rojo para el pico. Volví a poner la otra mitad del huevo y ¡el pollito también estaba listo!
No sé cuáles sean vuestras creencias, hábitos o tradiciones, lo que tengo claro es lo que quiero desear a todos nosotros
MUCHA PAZ Y SERENIDAD !!!
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