El verano trae con sigo distracciones, despreocupaciones, entretenimientos, noches al aire libre, fiestas y una infinidad de ferias populares. Entre estas aquella que más me ha fascinado en los años es la feria que se hace a Elice, en la Valle del Fino, donde quién debería ser celebrada es su famosa "pasta alla mugnaia", en cambio esta queda solo una glotonería, porqué inmediatamente uno es arrastrado por un pueblo entero que revive su historia, aquella de un lejano medioevo.
Bastarían su castillo y la ciudad vieja para quedar encantados, en cambio en cada rincón hay una representación muy precisa de lo que era la vida tantos siglos atrás... entre campamentos, mercados, el hurto de las especias, el arsenal, el cantero, el teñidor, el palco de los Reyes, la sala de las torturas....
Uno se siente catapultado lejos de la vida real, y ver los Caballeros completamente armados que reconducen al orden; los zancudos que se elevan entre los Juglares....las bailarinas y los músicos che ti inebrian... te hacen sentir radiante; para luego escapar a la vista de los Leprosos; y se huye aún más cuando llega la hora de justiciar la bruja .....
En cambio luego basta una coroncita, puesta en la cabeza, para sentirte también vos una doncella y fluctuar en esta noche mágica que uno quisiera no terminara nunca.....
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