Hay momentos tan importantes en la vida de cada uno de nosotros, que los vivimos como estando sobre las nubes.
Momentos indelebles, llenos de emociones sin fin; emociones de todo tipo: enormes alegrías; maravilla; asombro; tristesa...
En este último mes he vivido una infinita emotividad, debajo de cada gama de tonalidad ... pero no estaré aquí a contárselas ... demasiado personales!
Al contrario podría contarles de tantos lugares mágicos que he visitado... lugares que me han proyectado en lejanas fábulas árabes, entre sultanes, pachá y odaliscas, en una Granada aún rebosante de aromas especiádos.
De una Sevilla que en el día de hoy sigue anclada en sus antiguas tradiciones, entre flamenco, naranjos y mayólicas, que vive en la modernidad actual entre copas y tapas.
De una Madrid real y seria que trabaja, crece y que, construyendo encima de sus propias heridas, asombra con el Jardín Tropical en la atormentada Estación Atocha.
O contarles de una Barcelona moderna, llena de vida y de jóvenes, de caos y de despreocupación. Una ciudad donde, entre las varias, el grande Gaudì ha dejado imprimido a pleno su genio o locura como quieran que se denomine.
En cambio les cuento de un lugar específico que me ha entusiasmado por otros frontes, que me ha hecho gritar: "es aquí que quiero perderme y naufragar"!!!.
También ello tiene orígenes antiguas y remotas, donde no se tienen grandes certidumbres de la fecha efectiva de su nacimiento. Se cree que existía ya en el 1200, aunque si se deberá esperar el 1800 para verlo como es hoy: el "Mercat St Josep La Boquería" de Barcelona.
Antes de partir tenía ya decidido que esta iba a ser una etapa que no hubiera podido saltar, y no porqué había sabido que Ferran Adrià, con su cocina molecular, fuese a hacer las compras ahí, sino porqué por pocas fotos vistas había ya perdido la cabeza.
Más allá de un ir y venir de extranjeros que van curiosando, la mañana temprano se encuentran tantos cocineros que se abastecen de todo lo necesario. Y como no hacerlo, más allá de la frescura de los varios productos hay una variedad infinita de toda mercadería. Cualquier alimento se les ocurra, ahí lo encuentran! más allá de los inevitables jamones ibericos "pata negra".
Puestos de pescados, vigilados con celos (me han prohibido varías veces de hacer fotos!) donde langostas y cangrejos vivos son vendidos a precios irrisorios. Y para una amante come yo de cada don del mare ha sido muy complicado resistirle.
Puestos de verduras y fruta, muchas de estas últimas ya listas para ser comidas ahí mismo; puestos de hongos o setas secos con unas variedades jamás vistas antes; puestos de dulces; de especias.... hasta el puesto de los huevos me ha fascinado por el modo de exponer y de decorar, característica que se encuentra en todos los puntos de venta.
Llamarlo mercado es restrictivo, es un salón de belleza de la comida, de la alimentación, de la calidad; donde es posible, en algunos puestos, ver cocinar delante de uno lo que se comerá comodamente ahí sentado.
Si quieren llenarse aún los ojos con tantas otras imágenes pueden pinchar aquí, y serán transportados en la página facebook donde he creado un pequeño album.
De una Madrid real y seria que trabaja, crece y que, construyendo encima de sus propias heridas, asombra con el Jardín Tropical en la atormentada Estación Atocha.
Granada - La Alhambra |
Sevilla - Mayólica |
Madrid - Estación Atocha |
Barcelona - Park Güell |
En cambio les cuento de un lugar específico que me ha entusiasmado por otros frontes, que me ha hecho gritar: "es aquí que quiero perderme y naufragar"!!!.
También ello tiene orígenes antiguas y remotas, donde no se tienen grandes certidumbres de la fecha efectiva de su nacimiento. Se cree que existía ya en el 1200, aunque si se deberá esperar el 1800 para verlo como es hoy: el "Mercat St Josep La Boquería" de Barcelona.
Antes de partir tenía ya decidido que esta iba a ser una etapa que no hubiera podido saltar, y no porqué había sabido que Ferran Adrià, con su cocina molecular, fuese a hacer las compras ahí, sino porqué por pocas fotos vistas había ya perdido la cabeza.
Más allá de un ir y venir de extranjeros que van curiosando, la mañana temprano se encuentran tantos cocineros que se abastecen de todo lo necesario. Y como no hacerlo, más allá de la frescura de los varios productos hay una variedad infinita de toda mercadería. Cualquier alimento se les ocurra, ahí lo encuentran! más allá de los inevitables jamones ibericos "pata negra".
Puestos de pescados, vigilados con celos (me han prohibido varías veces de hacer fotos!) donde langostas y cangrejos vivos son vendidos a precios irrisorios. Y para una amante come yo de cada don del mare ha sido muy complicado resistirle.
Puestos de verduras y fruta, muchas de estas últimas ya listas para ser comidas ahí mismo; puestos de hongos o setas secos con unas variedades jamás vistas antes; puestos de dulces; de especias.... hasta el puesto de los huevos me ha fascinado por el modo de exponer y de decorar, característica que se encuentra en todos los puntos de venta.
Llamarlo mercado es restrictivo, es un salón de belleza de la comida, de la alimentación, de la calidad; donde es posible, en algunos puestos, ver cocinar delante de uno lo que se comerá comodamente ahí sentado.
Si quieren llenarse aún los ojos con tantas otras imágenes pueden pinchar aquí, y serán transportados en la página facebook donde he creado un pequeño album.
Que descripción tan magnífica, llena de realidad, con sabor a presente.!!!!!
ResponderBorrarGraciela
Hermana que experiencia inolvidable... cuantas emociones y que aventura!!!
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