Regresé de un viaje cargada de lagrimas que aún se agotaban.
Sumergida en un silencio de risas, miradas y charlas lejanas,
mientras enredaba entre mis manos la añoranza y la distancia.
Aterrizando, lentamente después, en una falta de abrazos y de besos
que iba creando en mi entorno, aún más, aislamiento y lontananza
mezclada esta vez a angustia e incertidumbre.